miércoles, 21 de mayo de 2008

Juguemos

Juguemos a que somos niños
no recuerdo muy bien cuándo dejé de serlo
tampoco recuerdo exactamente dónde dejé mi Lucas
ni mi brinca-brinca
ni mi súper walkman.

Te he visto a ti y a otros tantos
deambular por los caminos del asfalto
huelo señoras con perfume de inocencia
escucho señores cantando rondas de felicidad.

Pero nadie juega de a deveras
nadie se atreve a demostrar lo que es en realidad:
¿hace cuánto que no fuimos niños
hace cuánto que no le sacamos la lengua a nuestro jefe
y luego le dimos una palmadita para invitarlo a la riata saltar?

Yo no creo en estas realidades tan grises
tú tampoco creaste este valle de lágrimas
y tampoco el de la esquina siquiera lo pudo planear.

Somos libres, juguemos a ser niños.
A lo mejor con eso, nuestra vida mañana
podría un giro grande dar.

Abrázate

Si estás a punto de tirar la toalla
colgar los tennis y los faros chupar
¡Abraza la vida, abraza el silencio
abraza la amargura, que poco te han de durar!

Si te sientes solo, si te ha dejado el mismísimo abandono
si los huecos del ayer no te dejan un mañana soñar
¡Abraza tu almohada, abraza tus ganas
abraza esa ausencia, que poco te ha de acompañar!

Si estás a punto de cerrar este libro
tirar al diantre mis letras
porque su melcocha no puedes aguantar
¡Abraza un árbol, abraza a tu vecino, al peatón, al policía dormido
abrázate a ti mismo, que otra vez volverás a amar!

La voz en la parada de autobús

Salí a la calle a dar de comer a los perros
les alimento de suspiros
de huídas, de silbidos.

Me encontré con los pies en el asfalto seco
miré hacia el cielo y encontré tu reflejo:

Estabas ahí, pululando entre nubes
tomaste mis hombros y lloré de inmediato.
Eran las cinco de la tarde y el sol se veía viejo y cansado.

Creí oír tu voz en la parada de autobús:
era un niño, manos pequeñitas
ojos de borrego con sueño
se parecía tu sonrisa a la tuya
pensé que pudiste ser tú, frustrado abuelo
reencarnado en esos ojitos miel
que compiten y ganan con ese porte sereno.

Y el "para qué te preocupas, Chaparrona"
salió de mi mente o de su eco:
eras tú, pá
el que me salvó de mi efímero infierno.