miércoles, 21 de mayo de 2008

La voz en la parada de autobús

Salí a la calle a dar de comer a los perros
les alimento de suspiros
de huídas, de silbidos.

Me encontré con los pies en el asfalto seco
miré hacia el cielo y encontré tu reflejo:

Estabas ahí, pululando entre nubes
tomaste mis hombros y lloré de inmediato.
Eran las cinco de la tarde y el sol se veía viejo y cansado.

Creí oír tu voz en la parada de autobús:
era un niño, manos pequeñitas
ojos de borrego con sueño
se parecía tu sonrisa a la tuya
pensé que pudiste ser tú, frustrado abuelo
reencarnado en esos ojitos miel
que compiten y ganan con ese porte sereno.

Y el "para qué te preocupas, Chaparrona"
salió de mi mente o de su eco:
eras tú, pá
el que me salvó de mi efímero infierno.

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