Y Cirhuá me siguió
desde el Cerro de la Silla hasta Zapalinamé.
Quiere decirme algo,
lo sé:
Que el destino me alcanzará pronto
tal y como no lo había planeado.
Que el sol es una naranja
vestida de flor invernal.
Que lo malo pasa
y lo bueno nos ha de alcanzar.
O que la inocencia toca la puerta
para que la dejemos entrar.
(Se le llama fe
al acto de estar unidos
con un más allá
que no alcanzamos a divisar.
Sólo la sonrisa de un inocente lo hace
sólo una convicción a ciegas
en la mano que no veo y amo
me puede llevar hasta allá).
domingo, 28 de diciembre de 2008
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