martes, 19 de mayo de 2009

Poema especial y sin tiempo I

El aroma de un café
a las afueras
de la música de la vida;

eran tardes de naranja y papel
era el momento
de lanzarse con todo
porque había una carretera de ensueño
llamado sonrisa.

Todo era uno sólo
tu nombre, mi piel lisa
una cintura pequeña
un tic nervioso de tus ojos
y a sus orillas.

Me regalaste el pasaje
al mundo más maravilloso
de todos los que duermo
y he tenido.

Y por este sueño
toco el maíz que no produce mi suelo
fermento estos besos
que son tuyos
y que noche a noche
y al despertar
vuelo presta a darte en el sigilo.

Puedes visitar
este páramo de flores
cada vez que tu alma te lo pida:

Encontrarás que nada
ha cambiado aquí
que sigo siendo la misma niña
no han pasado ochos
ni agostos
ni lágrimas
ni llamadas perdidas;

se acabarán los mundos
pero jamás las caricias
la razón perfecta
para no saltarse el gozo
de sentir la vida.

Ven y te muestro
la historia que aún no acaba
y que tejí para tí
una mañana en que te ví
y de tu alma
la mía quedó prendida;

y hasta el mismo columpio
que hiciste con tus manos en mañanas frías
sigue tan cristalino
como cuando me hacías reír
y yo me resistía a creer
que los ángeles
entre las personas se movían.

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