Que no me juren
los hombres justos
que no habrán de llorar más.
Mejor que me juren
que habrán barbas, bigotes,
caderas, luciérnagas, soles
(ninguno es el mismo
aunque por fuera pareciera
que no cambiamos los humores)
anillos en Saturno, avenidas,
atardeceres felices,
tiernas sonrisas
que esperan por cada roca caliza endiablada
por cada expedición
hasta el centro del volcán.
jueves, 23 de abril de 2009
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