viernes, 22 de agosto de 2008

La tarde

Esta tarde platiqué con los charcos
camino a la ciudad encantada
de espaldas al adormilado Sol.

Les dije cuán feliz estaba
por tener la alegría del eco de tu mirada
por tener la dulzura y la fuerza de tus andares
que me defienden
de los monstruos que destazan a los soñadores
como yo.

Esta tarde encomendé tu vida a los soldaditos de agua
para que platiquen contigo cuando estés triste
para que te animen a seguir siendo el guerrero
que yo siento cada vez que respiras:
la grandeza es lo que se lleva dentro
y no lo que exigen el ego o la razón.

Esta tarde platiqué con las naves de agua
que transitaban el espacio entre tú, los carros locos y yo
me dijeron que eres grande
y que sólo los grandes vemos
lo que hay en tu corazón.

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