viernes, 30 de enero de 2009

Benedicción

Yo no sé qué haría
si la vida me hubiera cambiado la suerte de no verte:
seguiría errante y aburrida
mi carne sería un trozo de guerra inerte.

Bendita sea tu luz,
amado mío,
porque después de ti dejé de ser ciega,
porque te toco las ideas
y me dejas que te entregue enterito mi corazón.

Yo no sé qué haría
si la vida me hubiera puesto a la distancia ese día:
sería una flor marchita
un jarrón sin voz.

Benditas sean tus manos
tus caricias.
Bendita sea la suerte mía
de escuchar el tambor de tu libertad.
Bendita mi oreja escucha
que detectó tus pasos firmes;
benditos mis pies que te siguieron
porque desde entonces
conozco la verdadera felicidad:

Amarte. Sentirme que soy una mujer de verdad.

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