martes, 24 de junio de 2008

El arribo de una sinfonía.

Llegaste con una nueva música a mi vida
tus notas irrumpieron sin siquiera preguntármelo;
Tomaste un poco de mi canto
para hacer del jugo de una flor tu estacato.

(Y cuando llegaron los coros y el estribillo
ya mi luz era otra, mis ojos miraban de nuevo
todo a mi alrededor tenía otro brillo).

Te posaste justo enfrente del cenit de mi dolor
y lo aliviaste con un canto ligero y quedo,
Uno que evoca sueños, esperanzas
que erradica una y otra vez el desasosiego
se nutre de buenas añoranzas
y viste de blanco lo que está por venir.

(Y cuando llegaron los coros y el estribillo
ya mi luz era otra, mis ojos miraban de nuevo
todo a mi alrededor tenía otro brillo).

Llegaste justo a la hora indicada
en el momento justo
el tiempo exacto
para quien no sabe de tiempos ni relojes
y aún así pasea por este mundo

Al que no pidió venir, pero desde que nació ama
igual que tú, igual que la claridad
de esos cantos que flotan en el aire
y que escucho en mi oído cuando lo afino:

Son los compases de tu sinfonía
la que te acompaña de noche y de día...

La que me ha devuelto las ganas de vivir la vida.

(Y cuando llegaron los coros y el estribillo
ya mi luz era otra, mis ojos miraban de nuevo
todo a mi alrededor tenía otro brillo).

Tus notas arribaron sin permiso alguno
qué suerte la mía
poder estar ahí para escucharlas:

Ya mi luz es otra, mis ojos miran de nuevo:
todo a mi alrededor es luz
toda mi luz tiene un brillo nuevo.

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