con la niña a la que un día
la mitad de vida le diste.
Ella quiso ser tu inspiración
pero la tristeza la embargó
al escuchar tu última respiración.
Nunca más podrá volver, pensó
a colgársele del cuello y de su corazón.
Porque su materia poco a poco se transformó
en el polvo que un principio su vida creó.
Ella pasó muchas horas frente a las estrellas
y preguntaba siempre, si alguna de ellas
de morada servía a su padre desaparecido.
Hasta que una noche una de ellas la iluminó con su brillo.
De ahora en adelante, se dijo,
se guiaría por su magnitud, su fulgor y su brillo
de blanca estela y de equilibrio
del hombre aquél ahora convertido
en astro luminoso y perenne suspiro.
Escrito el 28 de Octubre de 2002
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