tan profundamente que la gente no la quiere despertar
pues saben bien que su sueño es bendito
y robárselo sería atentar contra ella
y despertar la ira de su guardián.
Ahí está el enamorado
que en piedra y lava convirtió
su fuerza y su corazón acongojado
porque el destino una treta le jugó.
La gente admira al par de enamorados
que otrora su sueño no pudieron concretar
y todos ellos les han jurado
sus lamentos y tristezas consolar
y a sus dioses reclamarle
que su justicia venga a ellos otorgar.
Por eso él sólo suspira en ratos
dejando el humo espeso del sopor
que a veces le causa la tristeza
de ver postrado al objeto de su amor.
Ahí está la mujer dormida
tan limpia y clara como agua cristalina
que sólo beber puede su guardián
quien ha jurado a los cuatro vientos
esperar a que ella despierte
convertido en un volcán.
Escrito el 30 de Junio de 2003
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