De tanto llorar el mar se cansó
y en sus aguas la sal
de su tristeza escondió.
De verle llorar, el Todo se compadeció
y de sus sales la vida
en el mar engendró.
De verse dar vida, el mar se sonrió
dejando salir la tierra de sus labios
para que la viera el Sol.
De verse ataviada de dorado
la tierra decidió sembrar
a los seres vivos que sobre ella
habrían de caminar.
Y entonces juntas, la tierra y el mar,
marcaron con alegría el fin de su avatar
pactando solemnemente nunca más la tristeza sembrar.
Escrito el 20 de Julio de 2004
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