viernes, 27 de febrero de 2009

Canto de cuna sin número

Que la quietud de mis horas
arrullen tus ojos
y tranquilicen el oleaje
que provocas al incendiar.

La bandera con la que navegas la vida
te espera al amanecer
y yo estaré presente en la tierra
en el aire que tus pulmones reconozcan
en el agua que te toque en la regadera
y en el fuego que prendas al fumar.

Eres el sol más humano que conozco
y a Ra te encomiendo por las noches:
los guerreros de ternura deben blindarse
y en los brazos de una crédula en los imposibles
a arrullarse y a ser ellos mismos
pueden estar.

Me registré como crédula hará un marzo
y dos eneros
tus ojos me convencieron
pasé la prueba
cuando a los dioses les conté
lo bello que es tu campo magnético
la estancia que al tocar tu aura
se traduce en la palabra paz.

Que la quietud de mis horas
arrullen tus ojos
y tranquilicen el oleaje
que provocas al incendiar.

Es mi canto de cuna
de los muchos que te hago cada noche
eres mi niño hombre
yo consigo que hasta la luna
por mí se doblegue a tu armadura
y te arrulle a pesar del ruido
y te regale mi paz.

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