Tu otro yo
el que no teme a la verdad
me preguntó alguna vez
por qué te quería.
Yo le contesto a ambos
que simplemente me guío
por el impulso que me fascina
desde que vi tus ojos
y me hundí en tu sonrisa.
Hay cosas que se toman
con la simplicidad que las hace grandes
lo aprendí cuando conocí tu nombre
y lo reconozco, aunque tal vez ya sea tarde.
Sol más limpio jamás
vi en mi propio mundo:
ojalá rieras más al vestirte
al comer y al dormirte;
Pues a mí me das pila para el día siguiente
y como los cohetes
realizo las cosas
que ni la mujer maravilla
lograría hacer.
No levanto edificios ni salvo a los pobres
simplemente lanzo bocanadas de amor
a este cielo inmenso
que tu ser entero es (eso mi corazón lo supone).
miércoles, 25 de febrero de 2009
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