sábado, 28 de marzo de 2009

Dearest one of God

He recibido este correo
unas siete veces
a lo largo y ancho de dos años.

No quiero ser la recipiente
de una cuenta de una francesa
para hacer el bien a los nigerianos.

No quiero ser la dearest one of god
que todos deseamos ser
pero que ninguno a los talones le llegamos.

Tampoco quiero ser presa
de una burla pesada
que pretende reírse
de quienes creemos en la posibilidad del sí
en medio de la terca humanidad.

Sólo quiero ser poeta y defensora de mi credo
quiero iluminar la carne de los que amo y quiero
quiero tenderme en el pasto silente de una noche
de luna con lirios y tréboles azules
quiero ser tan amada como me amo ante el espejo
y quiero que dios sea, en todo caso,
el dearest one of me,
que me da la mano porque soy su imagen
que me permite darme toda para que la tierra
versos en mi cuerpo trabaje
un pedacito de cielo
para amapolitas violetas e inofensivas
(y con la forma de mis labios)
sembrar.

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