Me abrazó
y yo puse mis poros
a la merced de su voz.
Filas de hormiguitas-hadas
encandiló este idilio
rosario que une la materia
y el esplendor.
No le ví sus ojos
y le supe un regalo divino
no le oí su risa
y cascadas de agua clara
en mis ojos engendró.
No me dijo su nombre
sólo sé que no es de este mundo
y como un niño pequeño
me abrazó.
Ahora duerme
donde en algunos años
yo.
domingo, 29 de marzo de 2009
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