Intuyo bien
que dios
no es el viejito
que está a la entrada
de las iglesias.
Es el viejito
que me vendía lunetas
de la guardería a las afueras:
cien gramos por una moneda
con Venustiano jugando
a hacerme ganar
cayendo en sol.
Esta es palabra de mis memorias
demos gracias al viejito
que de colores la lengua me pintó.
miércoles, 18 de marzo de 2009
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