martes, 24 de marzo de 2009

Manecillas

Agarré el reloj más antiguo
de esta casa
lo agité con tal fuerza
con tal gracia
que mis manos
y la frenética insistencia
por oír al minutero ambiguo
lo destartaló.

Las manecillas ahora
con cadenciosos pasos bailan
los pasos de los matachines
del ojo de agua
la movida que los planetas
y los dioses hacen de los poetas
un día que empieza y termina pero no acaba
una eternidad hip hopera
un huapango para bailar con la Tierra
pegaditos los pies a Su corazón.

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