sábado, 7 de marzo de 2009

Luciérnaga

La prosa y la poesía
resultan estar demás
cuando el sentimiento sus contornos condensan
y es visible ante los ojos del ciego
y del necio y del que creyó
que amaba más.

Me he quedado sin argumentos
sin excepciones y contraexcepciones:
soy una abogada
que corre desnuda por tu viento
se me acabaron los discursos
porque este amor es más fuerte que yo
y piensa por sí mismo
y a mí como su musa me mantiene.

Ya no soy yo la que te escribe
te habla un corazón,
el mío.

Yo dejé de ser quien soy
para someterme a la creación
de mi pan y mis letras:
tú, eco que vuela a mis cuatro puntos cardinales
con la bandera de las sílabas de tu nombre
y con tu edad en cada recoveco y en cada rincón.

Este amor me ebulle en mí
se vuelve azúcar en mi lengua
y en mis yemas se vuelve azares.

No necesito jurarlo para que lo sientas
toca mi fuego, mi ternura
y mis impulsos de adolescente:
no me reconozcas la carne en mí misma
porque hasta ella sabe a tu voz.

Me he vuelto luciérnaga por seguir la luz de tu aura.

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