Levanta la barbilla
afila la sonrisa
abrillanta la mirada.
Niño mío, si el mundo
como un barquito de papel
te ondeara a su gracia
que tu porte de caballero tigre
no eche de menos la leche de los días de infancia
y le dé con tu ternura
el tiro de gracia:
Sonríe para que las balas se transmuten
en flores color malva.
Sonríe para tu propio dios
ése juguetón que te cruzó en mi vida
y ahora mi dios sólo te canta y te canta.
Sonríe para mí
y me vuelvo tu escudo
tu casco y tu espada:
inmolaría hasta mis pulseras oaxaqueñas
con tal de verte iluminando como mi sol de bolsillo
con tal de verte feliz tu faz y tu mirada.
sábado, 7 de marzo de 2009
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